Q, una tienda de autor

En la céntrica plaza Sas, Carlos Sierra atiende a una clientela fija y exigente con unos productos distintos en un ambiente diferenciador

El local cambia de diseño dos veces al año y el escaparate una vez a la semana con el objetivo de satisfacer a quien busca complementos y ropa de calidad

Carlos Sierra es el alma de Q. Por sus manos han pasado miles de complementos que ha vendido a una clientela fiel desde hace un par de décadas. Su tienda, en la céntrica Plaza Sas, es un lugar de peregrinación para muchas amantes de la moda en Zaragoza, quienes rastrean cada semana en sus estanterías para encontrar productos de calidad que las diferencien de lo que lleva la gran mayoría.

El tono de Carlos está marcado por un profesional con años de experiencia que ha visto cómo el mercado ha cambiado radicalmente desde 2008. No obstante, su larga carrera avala el trabajo bien hecho y mantiene su prestigio con un gran número de clientes fieles que confían en el gusto y las recomendaciones del tendero. Con estudios de empresariales a las espaldas, decidió no dedicarse a ello, sino que encontró su pasión en los complementos. “Primero iba tienda por tienda vendiendo collares y descubrí que era lo que me gustaba”, confiesa. Posteriormente, con tan solo 23 años, abrió un local en la zona del Paseo Independencia. Ha llegado a tener varios comercios en el casco histórico e incluso contó con uno en Castellón. Actualmente, demuestra su gusto y atiende a quien traspase la puerta de su local en un comercio situado entre el Tubo y la calle Alfonso.

Si uno pasea de noche, pronto quedará atrapado por las luces que salen de su escaparate. Puntitos de colores hacen que el paseante que camina hacia la Plaza del Pilar o hacia el Coso desvíe su camino para acercarse a ver qué son esas luces rojas, verdes, amarillas…  Tras ellas se descubre el escaparate de Q, una ventana hacia la mente de Carlos, quien se responsabiliza cada semana en cambiarlo. “Una vez a la semana lo redecoro. Es una manera de ofrecer algo nuevo y hacer que siempre se vean cosas novedosas”. Los cambios no sólo son aplicables a la parte visible desde la calle, sino que parte de su éxito radica también en su apuesta constante por el cambio de diseño del local. “Lo hago principalmente porque me parece que es algo que me puede diferenciar del resto de tiendas, pero también por  mí mismo, porque soy creativo y necesito no estar siempre con la misma decoración”.

Carlos modifica toda la imagen de la tienda dos veces al año, una con cada temporada. Es un trabajo que lleva meses de preparación, pero con el que este comerciante disfruta. “Desde febrero ya estoy diseñando cada detalle de la temporada de verano. Cambiamos hasta el color de las paredes”, explica. Otra de las transformaciones, muy valoradas por su clientela, es que cuando modifica la tienda también cambia de bolsas, unas bolsas que diseña él mismo. “Las bolsas tienen el mismo color de las paredes de esa temporada, o intentamos que sea uno muy parecido. También pongo colgantes con el anagrama y algún detalle más. Es algo que gusta y que al igual que el escaparate, también creo que me hace ser distinto a otras tiendas del mismo sector”, explica, afirmando que para poder hacerlo se necesita ser creativo y tener ideas, y que él invierte parte de su tiempo en pensar para que la tienda termine teniendo siempre un aspecto especial. “No soy para nada minimalista. Cualquiera que conozca la tienda se dará cuenta de que me gustan las luces, el brillo…”.

Cuando las clientas que han adquirido un producto en Q abren la bolsa perciben también el mimo que pone Carlos a la hora de envolver y es que la maña y el cariño en estos paquetes de regalo también lo han convertido en una tienda de referencia para tener detalles en fechas especiales como cumpleaños, aniversarios, Navidades… “Envuelvo la compra con mucho cuidado, con lazos y hasta con perfume. Me gusta que huela bien y que tenga un aroma reconocible. Este detalle es una las cosas que hago que después más me agradecen las clientas. Algunas me han comentado que meten la bolsa al armario y la ropa queda impregnada de este olor”, asegura. Acciones como esta convierten a Q en lo que podría llamarse una tienda de autor, ya que es un comercio único marcado por la personalidad de Carlos.

El impacto de internet

“Las tiendas pequeñas no podemos competir con las grandes marcas en internet, es imposible”, explica, añadiendo que él no puede permitirse dispone ni del stock que hay que tener para la venta on-line, ni el mantenimiento constante que requiere una página de venta en la red. Q no tiene página web, pero sí que apuesta por las redes sociales estando presente en Facebook e Instagram. “En mi caso hace seis años no sabía ni lo que era un ratón. Pero sí he visto que es útil. Cada semana, cada vez que modificamos el escaparate, lo subo a redes o hago una foto de un bodegón con un collar y un bolso y lo comparto”, indica. Estas fotografías también atraen a clientes de fuera de Zaragoza. “Gracias a estas imágenes, contactan con nosotros clientas de fuera de la ciudad que nos mandan un privado o nos llaman. Así les vendemos el producto y se lo mandamos por correo”, dice, añadiendo que se han hecho envíos a diferentes partes de España y a algún país de Europa como Países Bajos.

Otro de los aspectos clave para que la tienda se mantenga es el extremo cuidado de Carlos a su clientela, la cual, en gran parte, camina junto a él casi desde hace 20 años. “He ido modificando lo que traigo, porque las clientas que antes tenían 30 años ahora tienen 50 y, claro, ya no tienen las mismas tallas ni quieren lo mismo. Así que busco productos que creo que pueden encajar a mis clientas. A veces veo una prenda o un bolso y pienso en alguna de ella en concreto. La llamo y se lo guardo para que venga a verlo”, afirma. El reto, asegura, es acercarse a esa generación más joven, quienes tienen otro concepto de compra diferente y apuestan por prendas más baratas y efímeras. “Es muy complicado entrar en las nuevas generaciones”, sostiene.

Uno de los hádicaps que se encuentra Carlos es que la zona que ha elegido para instalarse, la que le gusta, en la que lleva toda la vida, ha sufrido un proceso de incremento de precios que ha hecho, según él, que no se pueda crear un tejido de tiendas. “Antes de las crisis era más sencillo, pero ahora si os fijáis en la calle Alfonso hay sobre todo grandes cadenas y espacios de hostelería. Los locales son caros y solo este tipo de negocios pueden permitírselos”, dice. “Antes, en mi caso, estaba en plena calle Alfonso, pero con la crisis, el edificio en el que estaba lo vendieron y me dieron la oportunidad de comprarlo, pero el precio era muy alto. Al final, tras mucho buscar me instalé aquí. La zona es cara y con la crisis ves que muchos comercios duran poco. Es una pena. Estaría mejor para todos que hubiese más tiendas”, incide. Aún así Q resiste y sigue apostando por la diferenciación, la personalización, el trabajo diario y la atención individual a cada una de las personas que atraviesan la puerta cada día, siempre después de haber disfrutado del escaparate.

Texto de Beatriz Cuartero Méndez

Fotografías de Marcos Cebrián

Video de Amaury Cabrera

“Una vez a la semana redecoro el escaparate. Es una manera de ofrecer algo nuevo y hacer que siempre se vean cosas novedosas”


Carlos Sierra, Q Complementos

“Dos veces al año cambio toda la decoración de la tienda, una por cada temporada. Cambiamos hasta el color de las paredes”


Carlos Sierra, Q Complementos

“Envuelvo la compra con mucho cuidado, con lazos y hasta con perfume. Me gusta que huela bien y que tenga un aroma reconocible”


Carlos Sierra, Q Complementos

“Gracias a las redes sociales, contactan con nosotros clientas de fuera de la ciudad que nos mandan un privado o nos llaman. Así les vendemos el producto y se lo mandamos por correo”


Carlos Sierra, Q Complementos
  • Q Complementos

  • Plaza Sas 3, Zaragoza

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