Conservas de alto standing

Latastienda es un pequeño comercio zaragozano que ha sabido colocar a las latas en el mercado de manera competitiva gracias a una atención especializada y a la elección de productos con historia.

Una lata de sardinas. ¿Qué es lo que nos puede ofrecer? Para algunos es un simple alimento enlatado. No obstante, Eva Celiméndiz ha sabido ver más allá y ha convertido a las conservas en lata en un producto gourmet, dignificándolo. Lo vende en su pequeña tienda del centro de Zaragoza, en la que cada día tiene más clientes.

Desde lejos, ya se ve que Latastienda (C/del pino,4, Junto a plaza Sas) es un lugar especial. El color verde de su fachada hace que la mirada de los viandantes se desvíe y la curiosidad guía los pasos de vecinos y turistas hasta su escaparate. Allí, muchas veces con cara de sorpresa, se descubre este local especializado en latas de conserva de importación.

Pero ¿cómo le dio a Eva por abrir una tienda así a orillas del Ebro? «He de confesar que todo surgió a partir de un viaje a Lisboa, de donde es típico traer de recuerdo latas de sardinas. Antes, queda un poco mal decirlo, pero creo que no me había comido una lata de sardinas en mi vida. Compramos unas cuantas y las trajimos como souvenir. Luego, las probamos en casa y me gustaron, pero en ese momento no le di más vueltas. La idea surgió con el tiempo, un día que vi un local en alquiler», asegura la propietaria de este comercio.

Antes, su experiencia laboral se había desarrollado también en el área comercial, pero en uno bien distinto: la lencería. «Tras 20 años en una tienda de ropa interior, llegó un momento en el que vi que no podía avanzar más y lo dejé. Aproveché y me formé en temas relacionados con el comercio, porque era lo que me gustaba», asegura

Con la precaución que le caracteriza, apostó por montar un negocio pequeño, en el que poder tratar de tú a tú al cliente y tener la seguridad de disfrutar cada día. De ahí partió también la idea de la decoración de su tienda, en la que hay un mostrador, del que Eva entra y sale continuamente para enseñar el género a sus clientes. «Era arriesgado poner un mostrador que partiera la tienda en dos, pero quería que quien entrara tuviera una experiencia directa, que le pudiera atender explicando qué hay detrás de cada una de las latas».

Además de tener esto bien grabado en su mente cuando empezó, Eva también tenía una cosa muy clara: donde estaban sus límites. «No quiero pasarme de mi respaldo económico. Soy prudente», afirma, apuntado que es consciente de que esa actitud es un arma de doble filo. No le interesa franquiciar el negocio, ni abrir una segunda sucursal en Zaragoza. «No soy ambiciosa», asegura, «lo que quiero es que quien me compre esté a gusto».

Conservas de primera

En las estanterías de este negocio se pueden encontrar, además de una decoración acogedora y cuidada, historias. Cada lata esconde una historia detrás. Normalmente, los productos son de conserveras pequeñas, que tienen un pasado y una forma de hacer las cosas especiales. «Me gusta contar cómo ha llegado aquí el alimento. Visito conserveras y a quien viene a la tienda le cuento la trazabilidad del producto», explica. A las latas se han ido sumando otros géneros como el pulpo en cristal – «está exquisito en este formato»- o las cervezas artesanales – «ha costado más introducirlas por el tema de las licencias». No obstante, «son las latas lo que predomina». 

En la tienda se descubren conservas tanto del mar como de la tierra. Entre las de mar, el atún, la sardina y la caballa son sus principales protagonistas, pero no los únicos, también se pueden encontrar productos curioso como tartar de algas a la aceituna negra, paté de erizo o una tapa de mejillones en salsa brava con kombu de azúcar. Igualmente hay latas de tierra, como las que esconden choricillos, realizados de diferentes maneras, o salamí untable. Para los vegetarianos, la sección de verduras les atraerá con elementos tan originales como la bomba de Calabria (para quienes aguantan bien el picante). No faltan las clásicas latas de sopas a las que se les ha dado una vuelta, ideales para aquellos que disfrutan comiendo con cuchara sea la estación que sea.

En su local no realiza catas, porque no tiene licencia para ello, pero eso no hace que no aconseje a sus clientes acerca de cómo combinar los alimentos en conserva para tener una cena inolvidable. «Mis latas no son para comerse en bocadillo. Pero con 10 euros y bien aliñadas y acompañadas pueden cenar dos personas muy bien», indica. Además, añade, las latas «son sanas y saludables». «Ese mensaje se lo intento transmitir también a quien entra en mi local. Que las latas son mucho más de lo que aparentan a simple vista». Eso sí, la vista es uno de los sentidos que juega un papel importante en este negocio porque todo está cuidado al milímetro y el packaging es digno de admiración. «Me gusta mucho el reciclaje como se puede ver en mi negocio y eso también se lo digo a los clientes, que ellos una vez consuman la lata, la pueden reciclar y usar como decoración. Es una manera de alargar la experiencia», dice.

Su «tienda extendida», esa que traspasa las paredes de Latastienda, es bastante activa, ya que además de disponer de cuentas en Instagram, Facebook y Twitter, Eva acude a los mercados de Las Armas cuando se celebran. «Es un buen lugar, incluso los días que no vendes lo suficiente porque has repartido tarjetas y eso siempre termina revirtiendo». Imparte charlas sobre alimentación sana en grandes superficies comerciales, en su área de cultura, que le sirven para dar visibilidad a su negocio. Asimismo participa en charlas con degustación en alguna que otra localidad aragonesa o realiza catas para pequeños grupos fuera del local. Son maneras de darse a conocer porque, asegura, «que si el local estuviera en la calle Alfonso, sería más conocido». «Y eso que estamos al lado, pero no se nos ve igual», afirma

Eva ha apostado por un comercio ultraespecializado, casi único en España, y que gracias a su narrativa y al cuidado del cliente funciona. Y es que Eva cuando adquiere género a los pequeños conserveros en lo que piensa es en sus compradores. «Cuando pruebo algo pienso que les va a gustar», indica.

Texto de Beatriz Cuartero Méndez

Fotografías de Marcos Cebrián

Vídeo de Amaury Cabrera

“Era arriesgado poner un mostrador que partiera la tienda en dos, pero quería que quien entrara tuviera una experiencia directa, que le pudiera atender explicando qué hay detrás de cada una de las latas”


Eva Celiméndiz, LatasTienda

“Visito conserveras y a quien viene a la tienda le cuento la trazabilidad del producto”


Eva Celiméndiz, LatasTienda

“Me gusta mucho el reciclaje como se puede ver en mi negocio y eso también se lo digo a los clientes, que ellos una vez consuman la lata, la pueden reciclar y usar como decoración”


Eva Celiméndiz, LatasTienda
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  • Calle del Pino 4, Zaragoza

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